Buenas noches desde el rincón en el que escribo. Continuamos con el relato por entregas de "Black Jack" hoy la quinta entrega, empezamos.
—Me juego
el sueldo del mes a que se trata Kelly Anderson —dijo Mike llegando al lugar
donde estaba el cuerpo en el suelo aunque aún no lo había visto.
—¿Es que
sabes algo que el resto de mortales desconocemos? —le preguntó el inspector
Smith.
—Tan solo
he hecho los deberes después de leer los informes de la autopsia y el
laboratorio novato —respondió negando con la cabeza.
—Pero, ¿cómo
puedes estar tan seguro de eso si ni siquiera has visto el cuerpo? —le preguntó
ahora la intendente Brown. Aparentemente puede tratarse de una prostituta, así
va vestida al menos.
—Nah, es
un escenario preparado otra vez.
Mike pasó
bajo la cinta amarilla y contempló por primera vez el cuerpo de la joven que
yacía en el asfalto. Era cierto lo que le había dicho Sally, parecía una
prostituta a la que hubieran robado y matado. Estaba vestida con un ceñido
vestido de lentejuelas doradas con la falda del mismo muy corta, a mitad de
muslo, y un pronunciado escote por el que asomaba uno de los senos, tenía las
bragas en los tobillos y unos aparatosos zapatos de tacón, el bolso abierto
junto al cuerpo y diseminado sobre el asfalto el contenido de este salvo la billetera.
El naipe con el dos de corazones estaba en el otro tirante del vestido medio
oculto para que no se viera a simple vista.
—¿Por qué
dices que es un escenario preparado Mike? —preguntó el inspector Smith
encogiéndose de hombros— A mí me resulta muy creíble.
—Porque
eso es lo que quiere hacernos creer, pero mirad esos tacones imposibles que
lleva, no están usados, si fuera una prostituta a la que han robado, violado y
matado seguramente esos zapatos tendrían alguna marca de haber caminado con
ellos, aunque presupongamos que la chica acababa de empezar el turno y viviera
en el edificio más cercano, alguna marca de uso tendría y están nuevos a
estrenar, además le van un poco grandes, ni siquiera son de su número. Si
hubiera andado con ellos seguramente se habría abierto la cabeza contra el
suelo.
—Tal vez
fue lo que pasó —razonó Smith— hasta que no tengamos los resultados de la
autopsia no lo sabremos seguro Mike.
—Si se
hubiera abierto la cabeza contra el suelo el asfalto estaría llena de materia
encefálica y no lo está, ni tiene ningún traumatismo visible a simple vista. Lo
cual querría decir que si se mató por usar esos tacones no fue aquí y por tanto
es un escenario preparado de igual manera.
—No se ha
partido la cabeza, eso seguro —dijo el forense que estaba acuclillado junto al
cuerpo sin vida—. Y sin hacer la autopsia es difícil saberlo, pero yo diría que
la causa de la muerte probablemente sean dos disparos cerca del corazón como el
primer cuerpo.
Mike se
agachó junto a él y cogió el naipe que asomaba por el escote con un guante pero
sin ponérselo y lo guardó en una bolsa hermética de plástico transparente. Al
coger este se dio cuenta que había un vendaje en el otro pecho, probablemente
también le hubieran disparado y cauterizado la herida como en el caso anterior.
Ya que estaba allí contempló todos los objetos que supuestamente habían
contenido el bolso y que estaban desparramados por el suelo. Si lo habían
preparado todo como un robo, ¿qué hacían unos gemelos de oro en el suelo? Se
preguntó a sí mismo. Cogió uno de ellos y lo miró con detenimiento. Era media
esfera de oro con una pequeña cadenita también del noble metal y una barra para
poder cerrarlo. En la parte de la media esfera había unas iniciales, una N y
una L mayúsculas. Lo guardó en otra bolsita y cogió el otro que estaba en el
suelo. Pese a que era idéntico al anterior las iniciales no coincidían, este
tenía una A y una L mayúsculas. ¿Pertenecerían a dos personas diferentes? Lo
guardó junto al otro y se puso en pie, contemplando el lugar con detalle.
Era una
calle poco transitada, probablemente durante el día aún fuera usada por algún
vecino que aparcara cerca y quisiera recortar de camino a casa, pero de noche
dudaba mucho que la utilizara alguien, estaba mal iluminada, era una calle estrecha
y con cubos de basura, un lugar perfecto para cometer un delito si algún
incauto se adentraba en ella sin el cuidado necesario. O el lugar perfecto para
la puesta en escena. Tan solo la cercanía al museo hacía de esa calle algo
destacable. De repente cayó en la cuenta de los cubos de basura, se acercó a
ellos y los abrió, estaban vacíos, lo cual quería decir que el camión de
recogida debía de haber pasado poco antes de que se encontrase el cuerpo.
—¿Quién
encontró el cuerpo? —preguntó Mike sin girarse a sus compañeros.
—Dave, de
la seguridad privada del museo —le contestó Sally mientras anotaba algo en su
libreta— creo que le conoces. Salió a fumar un cigarrillo y le pareció ver algo
en el suelo y se acercó, pero no ha tocado nada. ¿Por qué lo preguntas?
—Dudo que
Dave tenga cojones de acercarse a un cadáver, mucho menos tocar nada de un
muerto —dijo Mike echando mano de su teléfono móvil— todo lo que tiene de
grande lo tiene de bueno, y mira que es grande el cabrón.
Le
contestaron al otro lado y mantuvo una conversación intrascendente al principio
con el viejo Barry. Mientras hablaba con él observaba a Sally, parecía mentira
que tan solo una hora antes estaba con ella en la cama, y ahora estaban los dos
investigando un asesinato. Se había puesto la americana sobre la blusa pero
para un observador como él le resultaba evidente que no llevaba puesto el
sujetador. Tras más de dos minutos de nimiedades Mike lanzó la pregunta al
viejo Barry por la que lo había llamado.
—Viejo,
tengo que preguntarte algo, tengo un fiambre en una callejuela detrás del museo
de arte moderno, el caso es que los cubos están limpios y quería saber quién
hace esta ruta y a qué hora lo hizo por si han visto algo.
—Eso es
zona de Drew y los hermanos García. Deben de haber pasado por ahí a media noche
más o menos, ¿por?
—Solo por
saber si han visto algo, gracias Viejo —mientras colgaba negaba con la cabeza—
otra vez Drew y los García, me temo que esto no es casualidad. ¿A qué hora se
encontró el cuerpo? —Preguntó ahora girándose hacia el resto de policías allí
presentes.
—La
llamada se hizo a las doce y media, y tardamos cinco minutos en llegar o menos,
pues estábamos cerca —dijo uno de los agentes de uniforme que se encontraban
allí y que habían estado tomando declaración a los testigos y curiosos y luego
echándolos del lugar para que la policía científica pudiera hacer su trabajo.
—Mike
—dijo Sally que se había agachado cerca del cuerpo y sostenía un anillo de oro,
en realidad un sello con las iniciales M y B que no habían visto antes pues
estaba bajo el cuerpo de la chica— ¿Las iniciales M y B te dicen algo?
—Sí, el
reloj que tenía el primer cadáver pertenecía a Miroslav Basielivic,
probablemente sean suyas, ¿por?
Sally le
mostró la alianza y él la tomó con sumo cuidado de no dejar sus huellas sobre
este. En cuanto lo vio Mike fue hasta su coche que estaba cruzado en mitad de
la calle cercana con la puerta abierta y la sirena portátil sobre el techo y
abrió la guantera, de ella extrajo una carpeta color Kraft y revisó unos
papeles que contenía.
—¡Mierda!
—exclamó golpeando con el puño el volante de su adorado Mustang.
—¿Qué
pasa? —preguntaron al alimón Sally, el forense y el inspector Smith.
—Miroslav
Basielivic tiene licencia de armas y tiene a su nombre un revolver del 38, un
Smith & Wesson.
—¿Y qué
tiene eso que ver? —preguntó el inspector Smith que no entendía que quería
decir Mike.
—Pues que
esta tarde he ido a buscarlo a su casa y no estaba, y los dos muertos han sido
asesinados con ese calibre.
—Este aun
no lo sabemos seguro —dijo Sally y al ver que el forense asentía dijo— pero es
lo más probable —y tras decirlo cogió su teléfono y marcó un número—. Necesito
una orden de registro y otra de arresto para Miroslav Basielivic.
Por hoy es todo, "Black Jack" continúa en "Mi Rincón de Escribir". Nos leemos.
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