viernes, 30 de agosto de 2019

Black Jack (V)

Buenas noches desde el rincón en el que escribo. Continuamos con el relato por entregas de "Black Jack" hoy la quinta entrega, empezamos.

—Me juego el sueldo del mes a que se trata Kelly Anderson —dijo Mike llegando al lugar donde estaba el cuerpo en el suelo aunque aún no lo había visto.
—¿Es que sabes algo que el resto de mortales desconocemos? —le preguntó el inspector Smith.
—Tan solo he hecho los deberes después de leer los informes de la autopsia y el laboratorio novato —respondió negando con la cabeza.
—Pero, ¿cómo puedes estar tan seguro de eso si ni siquiera has visto el cuerpo? —le preguntó ahora la intendente Brown. Aparentemente puede tratarse de una prostituta, así va vestida al menos.
—Nah, es un escenario preparado otra vez.
Mike pasó bajo la cinta amarilla y contempló por primera vez el cuerpo de la joven que yacía en el asfalto. Era cierto lo que le había dicho Sally, parecía una prostituta a la que hubieran robado y matado. Estaba vestida con un ceñido vestido de lentejuelas doradas con la falda del mismo muy corta, a mitad de muslo, y un pronunciado escote por el que asomaba uno de los senos, tenía las bragas en los tobillos y unos aparatosos zapatos de tacón, el bolso abierto junto al cuerpo y diseminado sobre el asfalto el contenido de este salvo la billetera. El naipe con el dos de corazones estaba en el otro tirante del vestido medio oculto para que no se viera a simple vista.
—¿Por qué dices que es un escenario preparado Mike? —preguntó el inspector Smith encogiéndose de hombros— A mí me resulta muy creíble.
—Porque eso es lo que quiere hacernos creer, pero mirad esos tacones imposibles que lleva, no están usados, si fuera una prostituta a la que han robado, violado y matado seguramente esos zapatos tendrían alguna marca de haber caminado con ellos, aunque presupongamos que la chica acababa de empezar el turno y viviera en el edificio más cercano, alguna marca de uso tendría y están nuevos a estrenar, además le van un poco grandes, ni siquiera son de su número. Si hubiera andado con ellos seguramente se habría abierto la cabeza contra el suelo.
—Tal vez fue lo que pasó —razonó Smith— hasta que no tengamos los resultados de la autopsia no lo sabremos seguro Mike.
—Si se hubiera abierto la cabeza contra el suelo el asfalto estaría llena de materia encefálica y no lo está, ni tiene ningún traumatismo visible a simple vista. Lo cual querría decir que si se mató por usar esos tacones no fue aquí y por tanto es un escenario preparado de igual manera.
—No se ha partido la cabeza, eso seguro —dijo el forense que estaba acuclillado junto al cuerpo sin vida—. Y sin hacer la autopsia es difícil saberlo, pero yo diría que la causa de la muerte probablemente sean dos disparos cerca del corazón como el primer cuerpo.
Mike se agachó junto a él y cogió el naipe que asomaba por el escote con un guante pero sin ponérselo y lo guardó en una bolsa hermética de plástico transparente. Al coger este se dio cuenta que había un vendaje en el otro pecho, probablemente también le hubieran disparado y cauterizado la herida como en el caso anterior. Ya que estaba allí contempló todos los objetos que supuestamente habían contenido el bolso y que estaban desparramados por el suelo. Si lo habían preparado todo como un robo, ¿qué hacían unos gemelos de oro en el suelo? Se preguntó a sí mismo. Cogió uno de ellos y lo miró con detenimiento. Era media esfera de oro con una pequeña cadenita también del noble metal y una barra para poder cerrarlo. En la parte de la media esfera había unas iniciales, una N y una L mayúsculas. Lo guardó en otra bolsita y cogió el otro que estaba en el suelo. Pese a que era idéntico al anterior las iniciales no coincidían, este tenía una A y una L mayúsculas. ¿Pertenecerían a dos personas diferentes? Lo guardó junto al otro y se puso en pie, contemplando el lugar con detalle.
Era una calle poco transitada, probablemente durante el día aún fuera usada por algún vecino que aparcara cerca y quisiera recortar de camino a casa, pero de noche dudaba mucho que la utilizara alguien, estaba mal iluminada, era una calle estrecha y con cubos de basura, un lugar perfecto para cometer un delito si algún incauto se adentraba en ella sin el cuidado necesario. O el lugar perfecto para la puesta en escena. Tan solo la cercanía al museo hacía de esa calle algo destacable. De repente cayó en la cuenta de los cubos de basura, se acercó a ellos y los abrió, estaban vacíos, lo cual quería decir que el camión de recogida debía de haber pasado poco antes de que se encontrase el cuerpo.
—¿Quién encontró el cuerpo? —preguntó Mike sin girarse a sus compañeros.
—Dave, de la seguridad privada del museo —le contestó Sally mientras anotaba algo en su libreta— creo que le conoces. Salió a fumar un cigarrillo y le pareció ver algo en el suelo y se acercó, pero no ha tocado nada. ¿Por qué lo preguntas?
—Dudo que Dave tenga cojones de acercarse a un cadáver, mucho menos tocar nada de un muerto —dijo Mike echando mano de su teléfono móvil— todo lo que tiene de grande lo tiene de bueno, y mira que es grande el cabrón.
Le contestaron al otro lado y mantuvo una conversación intrascendente al principio con el viejo Barry. Mientras hablaba con él observaba a Sally, parecía mentira que tan solo una hora antes estaba con ella en la cama, y ahora estaban los dos investigando un asesinato. Se había puesto la americana sobre la blusa pero para un observador como él le resultaba evidente que no llevaba puesto el sujetador. Tras más de dos minutos de nimiedades Mike lanzó la pregunta al viejo Barry por la que lo había llamado.
—Viejo, tengo que preguntarte algo, tengo un fiambre en una callejuela detrás del museo de arte moderno, el caso es que los cubos están limpios y quería saber quién hace esta ruta y a qué hora lo hizo por si han visto algo.
—Eso es zona de Drew y los hermanos García. Deben de haber pasado por ahí a media noche más o menos, ¿por?
—Solo por saber si han visto algo, gracias Viejo —mientras colgaba negaba con la cabeza— otra vez Drew y los García, me temo que esto no es casualidad. ¿A qué hora se encontró el cuerpo? —Preguntó ahora girándose hacia el resto de policías allí presentes.
—La llamada se hizo a las doce y media, y tardamos cinco minutos en llegar o menos, pues estábamos cerca —dijo uno de los agentes de uniforme que se encontraban allí y que habían estado tomando declaración a los testigos y curiosos y luego echándolos del lugar para que la policía científica pudiera hacer su trabajo.
—Mike —dijo Sally que se había agachado cerca del cuerpo y sostenía un anillo de oro, en realidad un sello con las iniciales M y B que no habían visto antes pues estaba bajo el cuerpo de la chica— ¿Las iniciales M y B te dicen algo?
—Sí, el reloj que tenía el primer cadáver pertenecía a Miroslav Basielivic, probablemente sean suyas, ¿por?
Sally le mostró la alianza y él la tomó con sumo cuidado de no dejar sus huellas sobre este. En cuanto lo vio Mike fue hasta su coche que estaba cruzado en mitad de la calle cercana con la puerta abierta y la sirena portátil sobre el techo y abrió la guantera, de ella extrajo una carpeta color Kraft y revisó unos papeles que contenía.
—¡Mierda! —exclamó golpeando con el puño el volante de su adorado Mustang.
—¿Qué pasa? —preguntaron al alimón Sally, el forense y el inspector Smith.
—Miroslav Basielivic tiene licencia de armas y tiene a su nombre un revolver del 38, un Smith & Wesson.
—¿Y qué tiene eso que ver? —preguntó el inspector Smith que no entendía que quería decir Mike.
—Pues que esta tarde he ido a buscarlo a su casa y no estaba, y los dos muertos han sido asesinados con ese calibre.
—Este aun no lo sabemos seguro —dijo Sally y al ver que el forense asentía dijo— pero es lo más probable —y tras decirlo cogió su teléfono y marcó un número—. Necesito una orden de registro y otra de arresto para Miroslav Basielivic.

Por hoy es todo, "Black Jack" continúa en "Mi Rincón de Escribir". Nos leemos.

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