viernes, 29 de diciembre de 2017

También los cuentos infantiles

Buenas noches desde el rincón en el que escribo.

Quería aprovechar la entrada de hoy para haceros partícipes de un nuevo logro personal del que me siento particularmente satisfecho. Hace poco me han dado la noticia de que, no uno sino dos, cuentos cortos infantiles míos formaran parte de la antología del concurso "Cuentos para Soñar" de la editorial OJOS VERDES. Eso significa que he vuelto a resultar finalista. Como digo, me hace una ilusión particular pues nunca antes había escrito cuentos infantiles y me costaron más de lo que imaginé, pero el resultado final me gustó y por eso mi satisfacción. 

Aquí os voy a dejar los dos cuentos, no dispongo todavía de la portada, cuando la tenga os la haré llegar, de momento os dejo los dos cuentos, el primero lleva por título "Que te pillo, que te pillo" y dice así:

Érase una vez que se era, en un lugar muy muy lejano que en realidad no lo es tanto que dos amigos estaban jugando. Él era apuesto y galante, se llamaba Sol, ella era dulce y muy bella, digamos que llamaba Luna. Eran buenos amigos. Los mejores amigos que nunca hubieran existido, pero se pasaban los días jugando. Descuidando de esta manera sus otros quehaceres.
Los padres de ambos estaban enfadados con ellos por este motivo, veían bien que jugaran de vez en cuando, pero no estaba bien que no estudiaran por ejemplo, ni ayudaran en sus casas, ni hicieran otras cosas como leer o escuchar música o cualquier otra actividad extraescolar que les apeteciera, solo querían jugar y jugar, Y siempre lo hacían al “Pilla-pilla”.
Un buen día sus padres, muy serios y malcarados, decidieron darles una lección y los castigaron a estar dos días enteros sin jugar. En realidad lo hicieron por su bien, pero ellos no lo entendieron como tal y se enfadaron con sus padres hasta tal punto de no volver a hablarles. Y así fue como decidieron escaparse para seguir jugando a su juego favorito.
Y sin que mediaran más palabras los padres de Sol y de Luna, se presentaron en su lugar de juegos acompañados de un personaje que no conocían pero que era una persona respetable y respetada, se trataba de un juez capaz de dictar sentencia y ejecutarla. Cogió a cada uno de los niños de un brazo y los hizo sentarse delante de él, tan serio como estaba, y les preguntó con su potente voz señorial:
—¿Por qué os habéis escapado de casa saltándoos a la vez vuestro castigo?
—Solo queríamos jugar —respondió Sol sin mirar a los ojos a aquel hombre— ¿Eso no es malo no?
—Efectivamente, que un niño juegue no es malo —le replicó el hombre sabio— pero sí que lo es no hacer nada más y desobedecer a tus padres.
—No queríamos desobedecer —dijo Luna en defensa suya y de su amigo—, pero es que no nos pareció justo el castigo.
—Entiendo —sentenció aquel hombre con la mano apoyada en su barbilla en gesto de estar pensando—. En ese caso os daré a elegir el castigo que queráis cumplir, pero recordar, se trata de un castigo y no de un premio.
Ambos niños asintieron muy emocionados y expectantes. El juez finalmente sentenció:
—Podéis volver a casa con vuestros padres y cumplir el castigo que originalmente os pusieron… (ambos iban a abrir su boca para quejarse cuando el juez les hizo callar con un gesto de su mano)… o podéis jugar continuamente a vuestro juego, pero de tal manera que no os encontraréis jamás, no importa cuán rápido corráis o lo cansados que estéis que nunca pararéis, nunca os encontraréis pero a la vez nunca dejaréis de buscaros, así, ¿qué decidís?
Los niños se miraron unos segundos sin decirse nada y luego miraron al juez y respondieron al unísono, «elegimos jugar eternamente». Al oír esto el juez asintió con la cabeza y los dos niños desaparecieron inmediatamente. Este es el motivo por el que la Luna persigue al Sol, o puede que sea este el que persigue a Luna, en el ancho universo sin que puedan encontrarse pero sin que puedan detenerse. Pero cuando los días, o las noches, son tranquilos y sin nubes, si prestas la suficiente atención, puedes escuchar como la una y el otro van diciéndole al su amigo, ¡Que te pillo, que te pillo!

FIN.

El segundo se titula "La vaca y el zángano", espero os guste:

Había una vez, en un lugar tranquilo y apartado de un prado cercano a una ciudad grande e industrializada, que se encontraron, por casualidad, una vaca y un zángano. No es que el encuentro fuera casual, es que no se habían prestado atención hasta ese día. Paquita, que así se llamaba la vaca, envidiaba la ligereza y la capacidad de volar que tenía el zángano y a este, que se llamaba Paco le gustaría tener la fuerza de Paquita. Se posó con toda la calma que pudo sobre el hocico de ella y se presentó.
—¡Hola, me llamo Paco! —le dijo con su mejor sonrisa— perdona que te moleste pero no he podido contenerme, me sería tan útil ser como tú para desarrollar mi trabajo.
—Hola Paco yo soy Paquita, ¿Y cuál es tu trabajo si puedo saberlo? ¿Y por qué dices que te sería tan útil ser como yo?
—Me dedico a recolectar polen de las flores, y luego trasportarlo a mi colmena, aunque algunos caen por el camino y ayudo, con ello a polinizar el bosque. Hago todos los días infinidad de viajes de mi colmena a las flores y de las flores a la colmena. Así montones de veces al día. ¿Sabes lo cansado que puede llegar a ser eso? En cambio si tuviera tu fuerza, podría cargar mucho más polen y con un solo viaje ya tendría todo el trabajo hecho.
—¿Y cómo se supone que podrías meterte entre las flores si tuvieras mi tamaño? —Miró con curiosidad al zángano y cuando este negó con su cabeza y se puso triste ella prosiguió— A mí en cambio, si me vendría bien poder volar como tú.
—¿A ti para qué? —preguntó intrigado el pequeño insecto.
—Yo tengo que dar buena leche, por lo tanto tengo que comer los mejores pastos y caminar mucho para poder buscar estos y camino mucho a diario por lo que regreso a casa cansada y solo tengo ganas de dormir. Por lo que si pudiera volar todo sería mucho más fácil ya que sabría donde están los buenos pastos y no vagaría para encontrarlos. Pero soy tan pesada...
Paco miró a Paquita desconcertado. Quería ayudarla y tal vez que le ayudaran a él pero no sabía como conseguirlo. Volvió a mirar a Paquita y le dijo:
—Ciertamente tenemos un problema, ninguno de los dos está contento con lo que tiene, pero mi buena amiga, me temo que ninguno puede tener lo que desea, ¿y sí colaboramos? Yo podría indicarte por donde hay buenos prados y tú podrías ayudarme a cargar el polen que recolecte.
—Me parece una genial idea.
Y juntos y contentos empezaban a adentrarse en aquel lugar cuando de repente vieron un enjambre de animales que salían despavoridos en dirección contraria a la que ellos llevaban. Entre los diferentes animales que vieron estaban las ardillas, los conejos, las orugas, los gusanos, los escarabajos y otros animalitos e insectos similares.
—¿Qué ocurre? —preguntó espantada Paquita.
—No lo sé —respondió Paco, pero se elevó para mirar que ocurría— ¡Fuego, fuego! —fue lo único que pudo decir.
Paquita echó a correr en dirección contraria y a su paso, iba cargando sobre su grupa al resto de animales que encontraba, como si se tratara de los lomos de un hermoso y brioso corcel, Paco por su parte voló cuan rápido era (y al ser pequeño lo hizo deprisa) para avisar a todos los habitantes del bosque para que huyeran y a las aves para que no entraran. Una vez todos estuvieron a salvo Paco y Paquita se despidieron hasta el día siguiente para poner en práctica su acuerdo de colaboración, sin darse cuenta que ya lo habían puesto en marcha para salvar a todos aquellos animales que sin ellos habrían muerto calcinados.
A veces, detestamos algo de nosotros que querríamos cambiar por lo de nuestros vecinos y no somos conscientes que esa característica es la que nos hace diferentes y únicos.
FIN.

Es todo por hoy, nos vemos en "Mi Rincón de Escribir". Nos leemos.

sábado, 9 de diciembre de 2017

Relato, relato, relato

Buenas noches desde el rincón en el que escribo.

Quería aprovechar estas fechas pre-navideñas para haceros un regalo de la mejor forma que sé, es decir, en forma de relato. En esta ocasión no ha sido un relato que haya sido escrito para participar en ningún concurso literario, ni para formar parte de ninguna antología, puede que algún día aparezca en algún libro o puede que no, pero de momento es el momento de que vea la luz en forma de regalo navideño. Espero lo disfrutéis. Lleva por título: 

NO ME GUSTAN LOS CAMBIOS
Soy un hombre tranquilo al que no le gustan los cambios. He vivido toda mi vida en el mismo lugar, una tranquila ciudad en una tranquila calle, concretamente en la calle del Carmen, aunque todos la conocen como la de los bomberos, aunque nunca jamás ha tenido un cuartel de bomberos ni nada por el estilo. Se la conoce así porque fue ideada para que albergara las viviendas de los bomberos para cuando la base de operaciones estuviera operativa y esta nunca llegó, siquiera, a construirse, por lo que las casas diseñadas para tal efecto, en total ochenta construcciones, cuarenta a derecha y cuarenta a izquierda, se quedaron sin bomberos y las pusieron a la venta, siendo mi bisabuelo uno de los afortunados en poseerlas. Básicamente son todas iguales, viviendas de una sola planta con dos habitaciones, un salón comedor con la cocina junto a este, cuando no estaba de moda que se hicieran de esta manera, y un baño amplio. No son muy grandes pero tampoco son pequeñas. Como digo la adquirió mi bisabuelo para que viviera mi abuelo, que al jubilarse regresó a su pueblo natal e hizo que se hiciera cargo de ella mi padre y ahora yo.
Como digo las ochenta casas son idénticas tanto en su interior como en su exterior a exterior salvo por cuatro de ellas. Una fue concebida para que contuviera un economato que en cuanto se supo que la estación de bomberos nunca sería construida fue sustituida por una tienda de ultramarinos primero, un bazar más tarde y actualmente convertida en colmado, como los tantos que hay, regentados por un matrimonio paquistaní. Actualmente se puede adquirir prácticamente de todo, desde alimentación básica, elementos de higiene personal, alcohol, objetos de puericultura e incluso material de ferretería. En la época de apogeo incluso se podían conseguir películas o videojuegos en alquiler.
Otra de las que diferían era la “Taberna” si bien ese no era su nombre, al igual que en la calle, todo el mundo la llamaba así. Era un pequeño restaurante, en realidad era mucho más que eso, si hubiera que describirla correctamente sería cafetería-panadería-bar-restaurante-sala de reuniones. Abría a las cinco de la mañana y preparaba desayunos, vendían pan y bollería varia y a partir de las doce se convertía en el mejor restaurante de la ciudad, además a un precio bastante económico donde servían menú al mediodía y carta por las noches. Pero era como sala de reuniones como triunfaba. La mayoría de los jóvenes y no tan jóvenes se reunían en torno al billar o futbolín que tenía y los vecinos siempre nos juntábamos allí para hacer cualquier cosa, el local entero vibró cuando Andresito marcó aquel gol que nos hizo campeones del mundo.
La tercera residencia que no era tal era la iglesia a San Juan de Dios. O eso es lo que iba a ser, templo erigido en honor del patrón del cuerpo de bomberos, pero que se quedó en poco más que una ermita al no tener bomberos. Se utilizaban sus instalaciones como teatro, sala de exposiciones, club de ajedrez o centro cultural pues poseía una de las bibliotecas más curiosas de la ciudad, si bien no la más nutrida. La presencia del santo quedó relegada a un pequeño altar en una pequeña capilla al fondo de la misma a la que ya nadie le prestaba atención, mucho menos le rezaban. Tampoco tenía torre, ni campana, ni cruz, nada que recordara que eso debía de ser un lugar de culto.
El último de los espacios que no era casa era la barbería. La inauguró uno de los mejores amigos de mi bisabuelo, compañero de armas para más señas. Una barbería a la antigua usanza, donde te afeitaban con navaja y te cortaban el pelo sin lavarte la cabeza, tan solo humedeciéndola con un rociador, pues decían que eso era lo más recomendable. Curiosamente hoy en día no quedaba nada de todo aquello, ni tan siquiera el sillón clásico que estuvo expuesto como elemento ornamental durante varias décadas. Ahora era un salón de belleza integral donde peinaban, afeitaban, cortaban el pelo, lavaban la cabeza, hacían manicura o pedicura, masajes e incluso se podía disfrutar de un baño de rayos UVA o una relajante sauna. ¡Cómo han cambiado los tiempos!
La verdad es que así era la calle del Carmen, o de los bomberos, como prefiráis, un lugar con setenta y seis viviendas, un mal llamado “Badulaque”, un salón de belleza, un bar, que no podía faltar y una iglesia sin campanario. Mi abuelo siempre decía que se podía vivir sin salir de ella y no le faltaba razón. Pero lo mejor que tenía aquella calle era la cercanía con los lugares verdaderamente importantes, como el mercado de abastos, famoso en todo el país y parte del extranjero, donde se vendían las mejores especias a ese lado del Mediterráneo y las más frescas frutas y verduras de la región. También el ayuntamiento estaba cerca, una maravilla de construcción de estilo modernista, aparece en las portadas de infinidad de revistas sobre arquitectura y de arte, y lo triste es que ninguno de los nativos del lugar lo miran cuando pasan junto a él.
Decía todo esto porque odio los cambios. Jamás he vivido en un lugar que no sea la calle de los bomberos ni he viajado a ningún otro sitio que no sea mi ciudad. Y de repente y sin previo aviso, me encuentro en una disyuntiva que en el mejor de los casos me va a llevar a muchos cientos de miles de kilómetros de mi hogar y en el peor a dar una vuelta al mundo o tal vez dos. ¿Cómo reaccionarías tú si de repente te dijeran que el destino del mundo estaba en tus manos? Resulta que no solo soy descendiente de uno de las primeras personas que adquirió una de las casas de la calle del Carmen, también lo soy de uno de los personajes más importantes de la historia y me toca seguir su legado quiera o no, ha llegado la hora de que emprenda el viaje de mi vida, y quizá sin retorno pues soy heredero de...

Espero que os guste, de momento es todo, nos vemos en "Mi Rincón de Escribir". Nos leemos.

viernes, 8 de diciembre de 2017

Diferentes temas, todos ellos importantes.

Buenas noches desde el rincón en el que escribo.

Hoy son varias cosas las que quiero compartir con vosotros, y no me quiero dejar ninguna. Así que empezaré por el principio. Recientemente en la prensa local de La Llagosta, concretamente en la revista 08CentVint venía una noticia en la que aparecemos algunos autores locales, eso sí, en representación de todos. Esto es debido a que durante este mes de diciembre verá la luz dos cosas que tienen mucho que ver con los escritores de este municipio. Lo primero, la creación de una asociación Cultural "Resistencia Literaria" que nace con el objetivo de llevar la cultura a cualquier lugar del municipio. Podéis leer la noticia íntegra en el siguiente enlace:

http://www.08centvint.cat/blog/grup-dautors-locals-publicara-llibre-amb-relats-curts-desembre/

Cómo podéis comprobar en la noticia se habla también de la presentación de una antología escrita por los autores locales y que tiene como hilo argumental el pueblo de La Llagosta. Dicha antología se titula "barricadas de Papel y tinta, Vol. 1" y os dejo la portada de dicha antología para que vayáis abriendo boca:


En esta antología aparece un relato mio que lleva por título "Dr. La y Mr. Llagosta". Si quieres leerlo, tendrás que esperar a la presentación del libro y hacerte con tu ejemplar para poder hacerlo. Espero puedas esperar. La presentación, por cierto será el día 20 de diciembre de 2017 en el salón de plenos del ayuntamiento.

También quería compartir otra cosa con vosotros. Recientemente he vuelto a ser finalista en un concurso de micro-relatos en esta ocasión es el "III certamen Otoño e Invierno, de Diversidad Literaria" Esta es la portada de la antología que recogerá los ganadores y finalistas:


El relato mío que encontraréis en él se titula: "El único banco del parque" y dice así:

Cuando leyó la última palabra del libro que sostenía entre sus manos se dio cuenta que una lágrima rodaba por su mejilla. Estaba sentado en el único banco que quedaba en aquel hermoso parque, las hojas caídas de los árboles lo sumían en una belleza onírica. Volvió a leer aquella palabra pues es lo que esperaba para sí y lo antes posible. FIN.

Por hoy es todo, espero os haya gustado todo lo que habéis leído, espero vuestros comentarios. Nos vemos en "Mi Rincón de Escribir". Nos leemos.