viernes, 13 de septiembre de 2019

Black Jack (VII)

Buenas noches desde el rincón en el que escribo. Hoy continuamos con la historia de Mike y su carrera por atrapar a Black Jack, ¿lo conseguirá? Continuamos con BLack Jack.

Mike y Sally saboreaban un sándwich en la parada callejera de la esquina entre la Calle Principal y de la Calle Continental. Eran los mejores de la ciudad y a un precio más que aceptable. Además Mike era cliente preferencial y siempre le hacían oferta de dos por uno. Ambos acababan de recorrer las joyerías de la ciudad, pero si bien no habían tenido suerte de encontrar al autor de los gemelos sí que habían obtenido una pista bastante buena sobre el origen de los mismos, era artesanía mexicana, ya tenían una pista de la que tirar.
Los contactos que Mike tenía al otro lado de la frontera, que no eran pocos precisamente, estaban metidos en averiguar en qué joyería se habían podido hacer y a quien podían pertenecer las iniciales que aparecían en ellos. Aunque sabían que estaban en la pista correcta era posible que esta llegara cuando era demasiado tarde.
—¿Qué te parece el sándwich, Sally? —preguntó Mike a su superior y amiga.
—Es increíble, tenías razón, es el mejor que he comido en mi vida —le respondió ella.
—Como siempre, siempre tengo razón —y acabó la frase encendiéndose un cigarrillo con la cerilla.
—Mike, ¿cuándo dejarás de fumar? Esa mierda te va a matar cualquier día.
—Por mi trabajo pueden matarme cualquier día, así que el tabaco solo es un ingrediente más de los muchos que quieren acabar conmigo.
En ese momento sonó el teléfono móvil de la intendente Brown y esta contestó poniendo el altavoz para que Mike pudiera escuchar la conversación pues la llamaban de comisaría.
—Brown al habla, dime Steph.
—Jefa, hemos buscado en la base de datos a los posibles delincuentes que hubiera en ella, que fueran de origen latino y que coincidan con las iniciales que nos pediste y no hemos encontrado a nadie que coincida.
—Pero eso no puede ser —dijo Mike llevándose las manos a la cabeza y arrojando el cigarrillo a medio fumar al suelo— debe de estar ahí, hay algún dato que se nos escapa.
—Hemos mirado el listado incluso de aquellos que están dentro de prisión y nada. No se nos ha escapado nada. El inspector Smith ha comprobado el listado en varias ocasiones y no hemos dejado nada fuera.
—Ampliar el rango de búsqueda —ordenó Sally— no sé como pero ampliar los parámetros de esa búsqueda. Si es preciso que se ponga todo el departamento de homicidios, tanto el de mañana como el de noche, a buscar a esas personas.
—Ok jefa, como ordenes.
—Stephanie —dijo ahora Mike—, debe de tratarse de un matrimonio o de unos hermanos pues las iniciales del apellido el modelo coinciden, limitar la búsqueda a eso. Probablemente se trate de mexicanos, tal vez eso acote la búsqueda. Y dejadme los resultados obtenidos sobre mi escritorio por favor, aunque no encontréis nada dejármelos igualmente.
—Está bien Mike así lo haremos.
Sally colgó y mientras lo hacía le preguntó a Mike:
—Si no encuentran nada, ¿para qué quieres que te dejen la información?, ¿Qué esperas encontrar?
—Aún no lo sé Sally, pero en esa lista deben de estar las próximas víctimas de Black Jack. De una manera o de otra debemos encontrarlos antes de que los maten, tal vez sea la única opción de acabar con el asesino sea quien sea.
Caminaron un par de calles hasta llegar al coche de Sally, en el que habían venido los dos para recordar los viejos tiempos en que ambos patrullaban juntos. Él la observaba mientras conducía. Le parecía la mujer más sexy de la ciudad, de hecho, si no hubiera sido por aquel extraño pacto que habían hecho hacía tantos años se le habría declarado hace tiempo. Y desprendía un olor delicioso, aquel perfume que ella usaba le encantaba pese a que la molestaba con que olía a puta no era verdad. Bajó su mirada de su cara al busto de ella y recordó el sujetador que reposaba en el cabecero de su cama y sonrió.
—¿Qué pasa Mike? ¿A qué viene esa sonrisa bobalicona que ha aparecido en tu cara? —le preguntó Sally mirándolo a través del espejo interno del coche.
—No pasa nada Sally, es tan solo que acabo de darme cuenta que no llevas sostén y me ha parecido divertida la situación, ¿Cómo esperas que te respeten los subordinados cuando le des órdenes apestando a puta barata y con los pezones duros apuntándolos?
—Eres un cerdo Mike, pero gracias por recordarme lo del sostén, pasaremos por tu casa para recogerlo.
—Si vamos los dos allí tal vez podamos retomar la situación desde donde la dejamos, que creo que la dejamos a medias.
—¡¿Estás loco?! No podemos ponernos a follar, tenemos cosas que hacer.
Mike rió a carcajadas.
—En serio Sally, ¿Cómo puedes ser tan ingenua para algunas cosas? Te estaba tomando el pelo.
Sally también rió y tras pasar por casa de Mike y acabar de vestirse con la prenda que le faltaba, pusieron rumbo a la comisaria. Los compañeros de homicidios negaron con la cabeza cuando les vieron, no habían encontrado nada pese a comprobar las listas varias veces. Mike encontró sobre su escritorio un pliego considerable de papeles impresos por las dos caras con un listado bastante exhaustivo de los delincuentes de la ciudad o cercanías.
La desesperación se podía ver en el rostro de todo el departamento, tan solo Mike parecía no estar afectado por la desazón. Incluso silbaba una conocida melodía televisiva mientras tamborileaba con sus dedos sobre la madera de su mesa al tiempo que revisaba algunos de los papeles de su escritorio y tomaba notas en su pequeña libreta de algunas cosas. Aunque cualquiera podía haberlo hecho fue salí la que verbalizo la pregunta:
—¿Por qué estás tan contento Mike? No tenemos una mierda donde seguir buscando y tú en cambio te pones a silbar el tema de “Juego de tronos”.
—Cuando hables en plural, no me incluyas a mi Sally —le respondió él sin mirarla pues seguía haciendo anotaciones en su libretita— tal vez vosotros no tengáis idea de dónde buscar, pero yo aún tengo algunas pistas de las que tirar del hilo. ¿Por qué soy más listo que vosotros?, puede, pero en realidad porque me fijo más que vosotros.
—¿Qué quieres decir? —preguntó el inspector Smith— ¿Es que sabes algo que los demás desconocemos?
—Sé muchas cosas más que tú, novato —le respondió Mike, era evidente que aquel tipo no le gustaba, como la mayoría de los que llegaban de Nueva York o Chicago pensando que sabían más que nadie, y no trataba de ocultarlo— pero en este caso no soy ni vidente ni tengo información privilegiada…
—Ocultar información a los compañeros puede considerarse delito —le cortó el inspector Smith al que Mike tampoco le caía en gracia.
—Yo no ocultó nada, tan solo busco donde los demás no sois capaces, y ahora si me perdonáis, tengo que hablar con un policía de verdad para que me confirme unas sospechas que tengo —y se puso de pie cogiendo el taco de papel con el listado de los delincuentes.
—Ni se te ocurra dejarme con la palabra en la boca —le recriminó el inspector Smith agarrándolo de un brazo— ¿qué pistas son esas que dices tener? ¡Desembucha!
Mike se paró delante de él, mirándolo a los ojos, Sally, que lo conocía, temió que le fuera a soltar un puñetazo por lo que tendría que expedientar a ambos y apartarlos del caso y no iba sobrada de personal precisamente. En lugar de eso, Mike soltó el aire por la nariz muy lentamente y dijo:
—Voy a comprobar los nombres de las víctimas que no llegaron a serlo del primer Black Jack y comprobar si tienen relación con las que sí han sido víctimas del segundo por si tuvieran relación y nos pudiera dar la identidad de las futuras personas a las que quiere matar además de hablar con el equipo de limpieza de las calles, al parecer el asesino pasa justo después de ellos, tal vez hayan visto algo. Y ahora, si me sueltas, iré a hacer de policía, porque yo, al menos, si lo soy.

Por hoy es todo, "Black Jack" continúa en "Mi Rincón de Escribir". Nos leemos.

sábado, 7 de septiembre de 2019

Black Jack (VI)

Buenas noches desde el rincón en el que escribo, continuamos con la historia de Mike y Sally en "Black Jack" hoy la sexta entrega.


El escritorio de Mike parecía ser la zona cero de un terremoto, había papeles por todas partes y un gran plano de la ciudad estaba extendido sobre este. Estaba bastante desgastado por el uso y había muchas marcas en él. Tenía marcado los sentidos de tráfico de las calles, las bocas de entrada y salida del metropolitano, las cabinas de teléfono que aún quedaban operativas, las rutas de recogida de basuras y quién las hacía y también la división ficticia de los diferentes barrios. Y las marcas más importantes que tenía era una cruz en los lugares donde el Black Jack original había cometido sus crímenes.
Estos, los cinco, estaban en el lado Sur Oeste de la ciudad, si mirabas las marcas estás formaban un ángulo recto, como una ele mayúscula. Sobre él acababa de hacer las nuevas marcas de los dos crímenes del nuevo Black Jack. Estaban en la otra punta de la ciudad, en el lado Noreste de la ciudad y de momento eran una línea recta. También había colocado sobre su escritorio todos los documentos de los dos asesinatos nuevos y todos los antiguos. Las carpetas y las fotografías estaban desperdigadas en un caos ordenado, tan solo el cenicero, que estaba lleno de colillas, era accesible.
La intendente Brown acababa de entrar echando chispas. Acaban de volver del operativo para buscar a Miroslav Basielivic y no lo habían encontrado en su domicilio. Habían registrado este y el arma con la que supuestamente se habían cometido los dos asesinatos tampoco estaba en su vivienda. Por lo que parecía no faltaba nada más, ni ropa, ni enseres personales ni joyas. La caja fuerte no había sido forzada y todo su contenido, aparentemente, continuaba en su lugar. Era primordial encontrarlo para poder acabar con la ola de crímenes antes de que se les acabara el tiempo o la población podría empezar a ponerse histérica.
Mike empezaba a desesperarse. Era un hombre de acción, pero también un policía de campo. Le gustaba detener a los malos e investigar los crímenes, detectar los errores de los asesinos y poder ponerlos en prisión, presumía de ser más inteligente que el más inteligente de los delincuentes, pero Black Jack, de nuevo ese nombre, parecía más listo que él. Pese a que todos los indicios apuntaban a Miroslav Basielivic algo le decía que este no era el hombre al que buscaban. No podía precisar por qué pero que tantas pistas apuntaran a él en un escenario preparado como era este le hacía sospechar que no era el asesino, incluso la idea de que pudiera ser una futura víctima le rondaba por la cabeza como ya había pasado con Kelly Anderson.
—Esto me asquea —dijo Sally Brown llamando la atención de Mike.
—Sí, a mí también.
—¿Verdad que es exasperante que no encontremos a Miroslav Basielivic por ningún sitio? A saber a quién más quiere matar.
—¡Ah!, ¿Te referías a eso? —Sally asintió.
—¿Tú no?
—Claro que no. Estoy seguro que él no es el asesino, sí ya sé que hay pruebas que apuntan a él, pero también las había en contra de Kelly Anderson en el primer cuerpo y ha resultado que era una víctima y creo que este puede ser el mismo caso aquí. No, a mí lo que me asquea es que no sepamos dónde se están cometiendo los asesinatos, si lo supiéramos tal vez tuviéramos una pista de quién es el verdadero asesino. Y podríamos saber también sus motivaciones y porque los está presentando en esos lugares y de esas maneras. Creo que trata de llamar nuestra atención, pero también quiere despistarnos, hacernos dar palos de ciego.
—¿Qué quieres decir?
—Por ejemplo, el tiempo y esfuerzo que hemos perdido buscando a Miroslav Basielivic no lo hemos empleado en buscar al verdadero asesino. Está haciendo que nos desesperemos. En vez de ponerle cerco nosotros y hacerle cometer errores para que podamos detenerlo es él el que nos lo pone a nosotros. Si seguimos dando palos de ciego como hasta ahora estamos haciendo, no tardaremos mucho en que el juez, nuestros superiores y, lo que aún es peor, la prensa y la población se nos eche encima pidiendo explicaciones y exigiendo alguna cabeza. ¿Estas preparada para entregar la tuya? Creo que no y no deberías, siempre tienes la mía disponible para acallar bocas.
—¿Y perder al mejor policía de la ciudad? Ni de coña. Pero no creo que sea necesario. No van a exigir ninguna cabeza —Jack la miró con una expresión que denotaba que no estaba de acuerdo con ella—. No sé qué piensas Mike pero siempre que aparece el nombre de Black Jack y pierdes los nervios.
—Yo no pierdo nada Sally, solo observo, cosa que no hacéis los demás. Estáis demasiado influenciados por la imagen que dan las series de televisión y el cine de lo que es un buen policía. Sally, tú antes eras una gran policía, eras la mejor y por eso llegaste a ser la intendente más joven del país, pero ahora solo quieres resolver los casos rápido, meter a alguien en la cárcel aunque sea inocente. Recupera tu yo anterior, abre tus ojos y no te dejes llevar.
—¿Y qué ves tú Mike?
—Aún nada Sally, pero necesito tiempo, nuestro trabajo es así. Observar, buscar, contrastar y detener, ¿no recuerdas que ese ere tu mantra cuando éramos compañeros?
Sally estuvo a punto de ponerse a llorar. Mike tenía razón en todo lo que le había dicho, ya ni recordaba a aquella joven que abandonó la academia y empezó a recorrer las calles en compañía de un Mike que era el mejor maestro posible y a la vez un cascarrabias incorregible. No tardó en enseñarle todo cuanto sabía y ella aprendió cuanto pudo, como una esponja, pero ahora todo era diferente. No sabía decir si es que se había acomodado en su cargo o se había dejado arrastrar por la vorágine que envolvía al resto de la comisaría pero ya no era ni tan perspicaz, ni sagaz ni se hacía preguntas constantemente.
—¿Y qué propones que hagamos Mike?
—El asesino, sea quien sea nos está dejando pistas en cada cadáver sobre quien va a ser la próxima víctima o próximas. Sabemos que uno puede ser Miroslav, pero, hay más pistas —Sally la miró entre extrañada y sorprendida por lo que Mike le mostró los dos gemelos que se encontraron en la escena del crimen junto al cuerpo—. Si averiguamos quien son A.L. y N.L. podremos adelantarnos a él.
—Puede haber cientos de personas con esas iniciales en la ciudad, tardaríamos días en sondearlos a todos, puede que meses.
—Los dos gemelos son idénticos salvo por las iniciales, ¿no?
—Sí, ¿qué quieres decir con eso?
—Pues que seguramente pertenezca a dos miembros de una misma familia, dos hermanos, un matrimonio, algo por el estilo Sally. Probablemente estén hechos por encargo. Si descubrimos quien es el fabricante, tal vez nos lleve a sus legítimos dueños y estos tal vez nos lleven a Black Jack.
—No suena mal tu idea. Pero, ¿qué quieres que hagamos?
—Pon a todos los chupatintas de esta comisaría a buscar a alguien que pueda coincidir con esas iniciales y tú ven conmigo, si quieres, recorramos las calles de la ciudad, pateémosla como siempre hemos hecho, busquemos quien hizo este encargo y encontremos a Black Jack y enchironémoslo de una puta vez.

Por hoy es todo, "Black Jack" continúa en "Mi Rincón de Esscribir". Nos leemos.