Buenas noches desde el rincón en el que escribo.
Hoy quería compartir con vosotros un pequeño relato, pero además convertirlo en un juego, qué si todos jugamos, puede darnos varios días de relatos. El relato se llama "Las doce esferas de cristal". La imagen que la ilustra es esta:
El relato dice así:
La quinta esfera
trasparente brillaba en su mano emitiendo un pequeño sonido, casi imperceptible
para el oído humano, parecido a un pitido. Este ruido era más intenso cuanto
más juntas estuvieran las esferas. Ella ya había conseguido diez de las doce,
pero esa que ahora sostenía era la quinta, la que tenía un color más hermoso.
Aunque todas eran de cristal no todas eran incoloras que si trasparentes. Las
había translucidas, verdes, rojas, azules, marrones, amarillas, pero la que ahora
sostenía tenía unos tonos irisados. Dependiendo como incidiera la luz sobre
ella parecía morada, azul e incluso roja.
Devolvió la bola
al estuche que contenía el resto y guardó este en la mochila que llevaba a su
espalda. La verdad que no sabía para que servían aquellas esferas, tan solo
sabía que debía conseguir las doce. Se lo había prometido a su abuelo en su
lecho de muerte y ella debía cumplir su promesa. Él pensaba que si las reunía
todas podría conseguir cualquier cosa que deseara, o que adquiriría alguna
especie de poder sobrenatural o incluso, que podría cambiarlas por todo el
dinero del mundo. Ella dudaba que aquellos pequeños, pero bellamente decorados,
pudieran darle nada de aquello, pero era una promesa e iba a cumplirla.
Su abuelo de hecho
le facilitó mucho las cosas pues le entregó cuatro esferas y un diario, que no
era más que una libreta con unas anotaciones, que daba pistas de donde se
podían encontrar. Se trataba, ni más ni menos, que del juego de la búsqueda de
un tesoro, pero que en este caso le había llevado a recorrer medio mundo.
Había viajado a
bordo de un barco ballenero que la dejó en la fría superficie helada de la
Antártida. Recorrió gran parte de las dunas del desierto del Sahara en grupas
de un camello. Presenció como el monte Fuji vomitaba lava. Buceó en la gran
barrera de coral. Visitó los restos de las ruinas de las civilizaciones
precolombinas. Pero nada de todo aquello le había parecido tan complicado como
lo que tenía por delante. Era su reto más importante hasta el momento y más de
una vez se preguntó si realmente tenía que hacer aquello por su abuelo muerto y
la respuesta había sido siempre la misma, “¡Sí!”. Suspiró hondo y se preparó
para iniciar un nuevo tramo de ascensión al Everest. Según parecía la undécima
esfera se encontraba en la cima de este. O eso parecía dar a entender el
diario: “En la cima del mundo, en el punto más alto, confundida durante años
como una parte más del perenne hielo, se encuentra la diez más uno bola de
poder”.
Según le había
explicado su abuelo, tan importante como encontrarlas y reunirlas era hacerlo
en el orden correcto. Si esto era cierto y sobrevivía a aquella escalada y
hallaba lo que había ido a buscar, tan solo le quedaría viajar al Reino Unido y
hacerse con la última, que descansaba con el resto de las joyas de la corona de
su Majestad la Reina de Inglaterra. No solo debía de saber hacer de todo si no
que además tenía que convertirse en una ladrona. Tan solo esperaba que el
premio mereciera le pena. Y no se refería a ese poder o deseo que pudiera
cumplir si las encontraba, sino al hecho de satisfacer a su abuelo. Inhaló
oxígeno de la bombona que llevaba a su espalda e inició la ascensión...
¿Logrará terminar la ascensión o morirá en el camino? ¿Encontrará la esfera en la cumbre o se le habrá adelantado alguien? ¿Tendrán las esferas algún poder o es tan solo la fantasía de un enfermo? La respuesta a estas preguntas y a otras más, dependerá del desarrollo de la historia y tú y solo tú puedes dar respuesta y de ahí saldrá mi continuación de la misma. Espero tu respuesta.
Por hoy es todo, nos vemos en "Mi Rincón de Escribir". Nos leemos.