sábado, 27 de octubre de 2018

La caza

Buenas noches desde el rincón en el que escribo.

En estas fechas que los más tradicionales vamos con castañas, boniatos y panellets y los más anglosajones o modernos con disfraces de monstruos y "Truco o trato" (de lo que ya hablaré en otro momento)no podía permaneces la margen. Si bien no tengo ningún relato de castañas si tengo uno de monstruos, aunque no se trata de criaturas extraordinarias ni de seres clásicos del terror gótico sacados de la imaginación de grandes escritores. Se trata del monstruo más horrible que conozco, el ser humano.

El relato que les traigo hoy lleva por título: "La caza" y después de la imagen podréis leerlo:


Las piedras y ramas se le clavaban en sus pies descalzos haciéndolos sangrar, pero no era lo único que le preocupaba, toda su vida estaba en peligro a sus  dieciséis años de edad. Lo último que recordaba antes de esta locura era que estaba con su novio besándose junto al roble caído. Después de eso solo negro antes de verse desnuda en un mugroso subterráneo. Escuchó restañar un látigo y mientras se habría una gran puerta de hierro una voz que decía, «¡La caza ha comenzado!» La presa era ella. ¿Qué clase de locos cazan personas? Se dijo mientras se agazapaba tras unos matorrales esperando no ser descubierta y sin saber dónde se encuentra ahora su novio. Lo que desconoce es que encabeza la caza.

Por hoy es todo, espero os haya gustado, nos vemos en "Mi Rincón de Escribir". Nos leemos.

viernes, 19 de octubre de 2018

Contagiosa era tu risa

Buenas noches desde el rincón en el que escribo. El día de hoy, mientras escribo esta entrada, se cumple un mes justo de que mi padre nos dejara para hacer reír a otros. Ellos disfrutan su risa ahora como hasta ahora la habíamos disfrutado nosotros. Hoy es una celebración triste para mí, pero él seguro que me hubiera sacado una sonrisa e incluso una carcajada, así que aprovecho esta humilde plataforma para rendirle un gran homenaje con un poema que le escribí cuando ya se había ido. Espero que os guste y espero me perdonéis que hoy no ponga imagen alguna, pues la imagen es su risa. El poema se titula "Contagiosa era tu risa" y es este:

Contagiosa era tu risa.
Era tu tarjeta de visita.
Reías para divertirnos,
Para alegrarnos la vida.

Contagiosa era tu risa.
¿La tenías patentada?
Aseguraba carcajadas
A aquellos que la oían.

Para ti payaso no era insulto.
Era una forma de vida.
El vehículo que utilizabas
Para a todos divertirnos.

Contagiosa era tu risa.
Nadie quedaba impasible.
Hasta el más serio se moría
De la risa que le dabas.

Contagiosa era tu risa.
Tú eras diversión.
Incluso a las malas sabías
Regalarnos tu alegría.

Contagiosa era tu risa.
Ahora otros la disfrutan.
Tu risa se fue contigo,
Bendita sea tu risa.

A la memoria de mi padre. Te quiero mucho.

Sin más le dedico esto y todo lo que escriba desde hoy a su memoria y a él, que sin saber leer era mi fan más fiel. Por hoy es todo, nos vemos en "Mi Rincón de Escribir". Nos leemos.

sábado, 13 de octubre de 2018

¡Tierra a la vista!

Buenas noches desde el rincón en el que escribo.

Quería compartir con vosotros un relato corto que originalmente escribí para un certamen literario cuyo tema era "Viajes de Ultramar". Por desgracia dicho concurso se suspendió y aprovecho para traer aquí el relato que había escrito. Lleva por título "¡Tierra a la vista!" y la imagen que le acompaña es bastante explícita de donde ocurre todo. La foto es esta:


El relato es el que sigue a continuación y dice así:

Escuchaba con atención el ajetreo que se estaba produciendo en cubierta. Se imaginaba a los marineros, curtidos lobos de mar, corriendo de arriba a abajo, unos cargados con las pesadas balas de cañón, otros tensando las velas o arriándolas. Se los imaginaba pues desde la bodega no podía verlos, y no podía permitirse el lujo que lo descubrieran pues estaba viajando como polizón. Le habían dicho que aquellas tres naos partían con destino a la India y él se moría de ganas por conocer aquel lugar.

De repente alguien entró en la bodega de carga. “Allí está ese maldito polizón” bramó la voz de un fornido marinero al que conocía de vista, era un tipo sin escrúpulos llamado Juan. Cómo vio que se abalanzaba hacia él, echó a correr derribando un par de botas, una llena de vino y otra de pescado en salazón, para poner obstáculos a los pies de quien pretendía capturarlo y ganar tiempo.

Salió a la cubierta y todos los marinos se le quedaron mirando, sobre todo cuando vieron como alguien corría tras él. Se agarró al palo Mesana, el más cercano a donde se encontraba, y trepó por él encaramándose a lo más alto. Su perseguidor no tardó en imitarle y cuando estaba por atraparle se quedó mirando al dedo extendido del crío. “¡Tierra a la vista!” gritó Juan de la Cosa, y todos los que viajaban a bordo de aquellas tres Carabelas lanzaron sus gorros al aire. Habían llegado. 

Por hoy es todo, nos vemos en "Mi Rincón de Escribir". Nos leemos.

sábado, 6 de octubre de 2018

Las doce esferas de cristal (nuevo juego)

Buenas noches desde el rincón en el que escribo.

Hoy quería compartir con vosotros un pequeño relato, pero además convertirlo en un juego, qué si todos jugamos, puede darnos varios días de relatos. El relato se llama "Las doce esferas de cristal". La imagen que la ilustra es esta:


El relato dice así:

La quinta esfera trasparente brillaba en su mano emitiendo un pequeño sonido, casi imperceptible para el oído humano, parecido a un pitido. Este ruido era más intenso cuanto más juntas estuvieran las esferas. Ella ya había conseguido diez de las doce, pero esa que ahora sostenía era la quinta, la que tenía un color más hermoso. Aunque todas eran de cristal no todas eran incoloras que si trasparentes. Las había translucidas, verdes, rojas, azules, marrones, amarillas, pero la que ahora sostenía tenía unos tonos irisados. Dependiendo como incidiera la luz sobre ella parecía morada, azul e incluso roja.
Devolvió la bola al estuche que contenía el resto y guardó este en la mochila que llevaba a su espalda. La verdad que no sabía para que servían aquellas esferas, tan solo sabía que debía conseguir las doce. Se lo había prometido a su abuelo en su lecho de muerte y ella debía cumplir su promesa. Él pensaba que si las reunía todas podría conseguir cualquier cosa que deseara, o que adquiriría alguna especie de poder sobrenatural o incluso, que podría cambiarlas por todo el dinero del mundo. Ella dudaba que aquellos pequeños, pero bellamente decorados, pudieran darle nada de aquello, pero era una promesa e iba a cumplirla.
Su abuelo de hecho le facilitó mucho las cosas pues le entregó cuatro esferas y un diario, que no era más que una libreta con unas anotaciones, que daba pistas de donde se podían encontrar. Se trataba, ni más ni menos, que del juego de la búsqueda de un tesoro, pero que en este caso le había llevado a recorrer medio mundo.
Había viajado a bordo de un barco ballenero que la dejó en la fría superficie helada de la Antártida. Recorrió gran parte de las dunas del desierto del Sahara en grupas de un camello. Presenció como el monte Fuji vomitaba lava. Buceó en la gran barrera de coral. Visitó los restos de las ruinas de las civilizaciones precolombinas. Pero nada de todo aquello le había parecido tan complicado como lo que tenía por delante. Era su reto más importante hasta el momento y más de una vez se preguntó si realmente tenía que hacer aquello por su abuelo muerto y la respuesta había sido siempre la misma, “¡Sí!”. Suspiró hondo y se preparó para iniciar un nuevo tramo de ascensión al Everest. Según parecía la undécima esfera se encontraba en la cima de este. O eso parecía dar a entender el diario: “En la cima del mundo, en el punto más alto, confundida durante años como una parte más del perenne hielo, se encuentra la diez más uno bola de poder”.
Según le había explicado su abuelo, tan importante como encontrarlas y reunirlas era hacerlo en el orden correcto. Si esto era cierto y sobrevivía a aquella escalada y hallaba lo que había ido a buscar, tan solo le quedaría viajar al Reino Unido y hacerse con la última, que descansaba con el resto de las joyas de la corona de su Majestad la Reina de Inglaterra. No solo debía de saber hacer de todo si no que además tenía que convertirse en una ladrona. Tan solo esperaba que el premio mereciera le pena. Y no se refería a ese poder o deseo que pudiera cumplir si las encontraba, sino al hecho de satisfacer a su abuelo. Inhaló oxígeno de la bombona que llevaba a su espalda e inició la ascensión...
¿Logrará terminar la ascensión o morirá en el camino? ¿Encontrará la esfera en la cumbre o se le habrá adelantado alguien? ¿Tendrán las esferas algún poder o es tan solo la fantasía de un enfermo? La respuesta a estas preguntas y a otras más, dependerá del desarrollo de la historia y tú y solo tú puedes dar respuesta y de ahí saldrá mi continuación de la misma. Espero tu respuesta.
Por hoy es todo, nos vemos en "Mi Rincón de Escribir". Nos leemos.