Buenas noches desde el rincón en el que escribo.
Quería aprovechar la entrada de hoy para dejaros un relato corto con las navidades como telón de fondo, en realidad los reyes magos. El relato tiene por título "Una historia de Navidad" y lo podréis leer tras la imagen.
Alejandro dormía
plácidamente en su cama. El día había sido intenso, primero había comido en
casa de sus abuelos maternos, la «Yaya»
Rosa y el «Avi» Lluís. Le habían
preparado su plato favorito, espaguetis con tomate y carne picada. También
prepararon arroz con leche de postre. Y pudo repetir de los dos, sus padres
nunca le dejaban repetir. Después de echar la siesta mamá le vino a recoger.
Ese día estaba especialmente guapa, para él no había mujer más bonita pero este
día se había vestido con un traje de falda y chaqueta gris que le sentaba
fenomenal y una blusa blanca que realzaba y estilizaba su figura y unos zapatos
de tacón altísimo que solo se ponía los días de fiesta o en ocasiones
especiales.
Su papá y ella llevaban
juntos mucho tiempo pese a que eran jóvenes. Según le contaron una vez se
conocieron cuando eran estudiantes en el instituto y se querían tanto que
pronto se quedó mamá embarazada de él. La verdad es que eran felices los tres
pero desde hacía un tiempo, concretamente desde el mes de agosto en el que él
había cumplido seis años y ya era mayor, se había dado cuenta que los papás de
sus amigos miraban a su mamá con los ojos brillantes y le dicen cosas bonitas,
pero a ella no parece importarle.
Su mamá, con él en el
coche, había pasado por el trabajo de papá a recogerlo pues tenían que hacer
una cosa los tres juntos. Cuando papá la vio sonrió y le dio un beso, bueno, en
realidad muchos, en la boca y pusieron rumbo a la casa. Tras aparcar el coche
fueron paseando hasta el centro de la ciudad donde vivían. Estaba llena de
gente, muchos niños como él con sus padres, pero también niños más grandes con
sus amigos y gente mayor sola o en grupos. Las luces de navidad de las calles
estaban encendidas y presenciaron la cabalgata de reyes más bonita que había
presenciado en sus seis años de vida.
Cuando regresó a casa,
con un buen puñado de caramelos en sus bolsillos, se duchó corriendo, cenó y se
lavó los dientes, tenía que ser un niño bueno pues le había entregado su carta
a Baltasar, su rey favorito, y quería que le trajeran todo lo que había pedido,
que si bien no era mucho, era lo más importante para él en estos momentos.
Quería un libro de cuentos coloreables y unos lápices para usarlos con el cuento, un
coche teledirigido y un balón de fútbol de reglamento. Mamá le había pedido que
añadiera a la carta algo de ropa y él así lo hizo, no porque lo quisiera sino
porque no quería disgustar a mamá por si se enteraban los Reyes.
Nada más terminar de
cepillar sus dientes dejó un plato de galletas y tres vasos de leche sobre la
mesa de comedor, la que estaba junta al árbol que habían decorado él y su mamá
hacía casi un mes ya, para los Reyes y se fue a la cama. Estaba muy nervioso y
no podía dormir, era el día más importante de su vida y si no conseguía
dormirse los Reyes no le traerían nada. La verdad que el ruido que hacían sus
padres en la habitación de al lado no ayudaban a que pudiera dormirse, no
paraban de reírse y hablar muy bajito, pero él podía oírlos. Pero finalmente se
durmió.
A la mañana siguiente
tanto el plato de galletas como los vasos de leche estaban vacíos y bajo el
árbol estaba todo lo que él había pedido e incluso alguna cosa más, señal de
que había sido un niño bueno ese año. Tanto su mamá como su papá estaban levantados
y tenían una tonta sonrisa en su cara, ves a saber por qué motivo, a él no le
importaba, solo quería abrir sus regalos y jugar con ellos, pero su mamá no
quería dejarlo jugar aún, le cogió de su mano, lo sentó en una silla y
acuclillándose lo miró a los ojos y le preguntó:
—¿Te gustaría tener un
hermanito o hermanita?
Por hoy es todo, espero os haya gustado, nos vemos en "Mi Rincón de Escribir". Nos leemos.