sábado, 13 de julio de 2019

Un catorce en selectividad

Buenas noches desde el rincón en el que escribo.

Para este día quería traeros un pequeño relato titulado "Un catorce en selectividad, a ver que os parece.


Todos sus compañeros habían entrado corriendo al Hall del campus para comprobar sus notas en el corcho de la facultad de medicina. Ella prefería ir caminando despacio, fuera cual fuera el resultado nada podía hacer ya, las prisas ya no eran buenas consejeras. Suspiró hondo antes de ponerse en pie y limpiarse el trasero de los tejanos por si se le había manchado con la hierba fresca del suelo. Una vez puesta en pie se encaminó a la puerta que poco antes habían franqueado el resto de alumnos y alumnas. Con la misma parsimonia fue subiendo uno a uno los dieciséis escalones. La suela de piel dura de sus sandalias resonaban sobre estos con un repiqueteo rítmico que parecían unas baquetas golpeando el cuero de un tambor.
Una vez en el interior de la facultad notó que el aire acondicionado estaba muy bajo y tuvo sensación incluso de frio. Frotó sus brazos con las palmas de sus manos pues se le había erizado el vello de los brazos. El top de tirantes que llevaba puesto era adecuado para el calor del exterior pero en el interior echó en falta una manga un poco más larga. Se quitó el pequeño bolsa en forma de mochilita que llevaba a la espalda y extrajo un cárdigan color sepia que hacía juego con su top y se la puso antes de avanzar hacia el lugar en el que se encontraba el que podía o no ser su futuro.
Podía escuchar risas y también lágrimas. Gente abrazándose y saltando de alegría porque habían logrado su sueño, otras tratando de consolar a amigos y amigas porque no lo habían logrado. El abanico de reacciones era tan amplio como las personas allí reunidas.
A medida que se acercaba a aquel papel notaba como su corazón se aceleraba, había estado estudiando mucho para poder estudiar medicina, lo había tenido claro desde niña, su sueño era ser doctora y se había centrado desde los doce años en lograr su sueño. Ahora que tenía dieciocho había llegado la hora de ver si todos los años de estudio y sacrificio habían servido de algo o debía de contentarse con otros estudios.
Se plantó ante el papel, buscó su número del carné de identidad y cuando lo encontró siguió la línea con el dedo índice de su mano derecha hasta la nota final en su examen de selectividad. Su uña, con una manicura francesa perfecta y sin cutículas, se detuvo ante la nota. Casi no se lo podía creer, había sacado un catorce, la nota más alta. Notó como las lágrimas acudían a sus ojos, eran lágrimas de alegría.
Echó mano de su teléfono móvil, que había guardado en el bolsillo trasero de sus pantalones y marcó al amor de su vida. Normalmente la gente llamaba a sus padres primero, pero ella no. Sus padres no la apoyaban ni en su intención de convertirse en médico ni en su relación de pareja, así que para ella habían perdido importancia. En el momento que se fue a vivir con su pareja dejaron de hablarse. Cuando al otro lado del teléfono descolgaron ella sonrió:
—Amor, ¿puedes hablar? —preguntó enjugándose las lágrimas en el dorso de su mano.
—Claro que sí mi vida —le dijo la voz de la persona que amaba con una sonrisa de felicidad en los labios— dime que todo ha ido bien.
—Ha ido perfecto. He sacado la nota más alta.
—No tenía la menor duda. Te paso a buscar en cuanto salga de la oficina y vamos a comer en algún sitio para celebrarlo, ¿te parece?
—Claro que si mi amor.
Elena colgó al otro lado. Era C.E.O en una importante empresa textil, tenía cuarenta y cinco años y desde hacía dos estaba manteniendo una relación de amor con una jovencita bastante menor que ella y le acababa de dar la mejor de las noticias. Pronto empezaría a estudiar medicina que era su sueño. Se sentía feliz por ella, pero no solo porque lograra el mayor sueño de su vida sino porque para ella, era el amor de su vida y no imaginaba la suya si no era junto a aquella mujer. Y sabía que era mutuo.

Por hoy es todo, espero que os haya gustado, nos vemos en "Mi Rincón de Escribir". Nos leemos.

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