viernes, 19 de julio de 2019

A TRAVÉS DE LA VENTANA.

Buenas noches desde el Rincón en el que escribo.

Hoy quería compartir un relato aunque no sé muy bien en que género catalogarlo, pero como tampoco soy un escritor al que le guste que le cataloguen pues simplemente lo comparto esperando que os guste, o que no, que sea como sea os despierte algo en el interior de quien lo lea. Lo podréis leer como siempre tras la imagen. Por cierto el título es "A través de la ventana".


El día había sido caluroso, demasiado incluso para la época del año en la que nos encontrábamos, pero la noche amenazaba con ser fresca. Me encontraba sentado en la silla de jardín que se encontraba en el pequeño balcón del no menos pequeño apartamento en el que vivía muy cerca del edificio en el que trabajaba como contable. En una ciudad como Nueva York, vivir cerca del trabajo es ganar calidad de vida.
Salgo al balcón a fumar porque me gustan las vistas de este. No es que se vea Central Park que queda a varias manzanas por detrás de donde vivo, ni tampoco se vislumbra ninguno de los pulmones verdes de la ciudad, no da a ningún parque, ni siquiera a una pista deportiva de las muchas que pueblan la ciudad, simplemente me gustan las vistas de la calle. No es de las más anchas, más bien al contrario, el camión de la basura tiene problemas para entrar o salir de ella como haya algún coche un poco separado del bordillo o una furgoneta más ancha, pero es de las más bonitas de la ciudad.
Desde mi balcón puedo ver el hermoso restaurante chino de la esquina, tiene una fuente ornamental en la puerta y se come de maravilla, ahora se ha puesto de moda y van todos los jóvenes ejecutivos, las parejas para tener una cita romántica o las familias para disfrutar de unos sabores diferentes. También tengo acceso visual a la tienda del espía más conocida del país. Su dueño es un antiguo Hacker que entró con éxito en algunas webs gubernamentales y que ahora se dedica a vender gadgets para que cualquiera pueda jugar a espías.
Pero lo que más me gustan de las vistas es la vecina de enfrente. Debe de tener treinta y pocos, más o menos mi edad y sé que ella también me mira a través de la ventana de su casa pues ella no tiene balcón, pero si una amplia y grande cristalera multicolor que debe de dar un precioso aspecto tornasolado a su casa. Es rubia y de ojos claros, esto segundo no puedo saberlo a ciencia cierta, pues nunca hemos conocido, siempre hemos estado separados por unos pocos metros de asfalto, pero los imagino así. También la imagino delgada, con un buen cuerpo, probablemente vaya al gimnasio como la mayoría de neoyorquinos, o haya pasado por las manos de algún cirujano plástico, muchas mujeres de la ciudad lo hacen pues es importante verse bien ante una sociedad en que la imagen que tenemos lo es todo. Me pregunto qué es lo que le atrae de mí pues sé que me observa cuando salgo a fumar. Tal vez algún día me decida y cruce la calle y entre a su portal. Quien sabe, tal vez así encuentre el amor.
* * *
Ya está otra vez ahí en el balcón ese hombre, fumando sin camiseta en el pequeño balcón de su apartamento, al menos tiene balcón. Él puede permitírselo pero yo no, casi no puedo pagarme mi apartamento como para poder pagar uno con balcón. Pero ese chico, bueno tal vez deba llamarlo hombre pues debe tener mi edad más o menos, no deja de mirarme, ¿sospechará cuales son mis verdaderos motivos para no quitarle la vista de encima?
No, es imposible, no puede saber que soy del Servicio Secreto, que estoy en misión especial, trabajando para el Presidente de los Estados Unidos. Antes estuve en el cuerpo de los Marines y anteriormente en el ejército del aire. Pero me siguen considerando poco más que una niñera, y todo por ser mujer. Estoy entrenada para matar a personas con mis propias manos y en cambio estoy aquí, controlando a un sujeto del que desconozco su nombre y sus actividades, tan solo porque un informante anónimo ha comunicado que está planeando atentar en la Casa Blanca en breve.
No tiene pinta de terrorista. A lo largo de mi vida me he topado con muchos y este es un tipo vulgar y corriente. Seguramente  trabaje como contable o gestor en alguna empresa cercana, un tipo de lo más gris y por lo tanto no es terrorista seguro. Por lo que no entiendo por qué me han destinado aquí, ¡Joder! Si mi propio tío me puso aquí. Pero que hace, me está mirando mucho, como si me desnudara con la mirada. Si realmente le gusto, ¿por qué no da el paso y viene a verme? Si solo tiene que cruzar una calle.
* * *
—¿Puedo pasar señor Presidente?
—Por su puesto Anthony pasa. ¿Ocurre algo que deba saber? O vienes a verme como amigo y no como jefe del Servicio Secreto.
—Efectivamente vengo como amigo.
—Pues tú dirás.
—Siempre me has dicho que mi sobrina tiene futuro, que querías que dejara el ejército para formar parte del Servicio Secreto porque querías que te protegieran los mejores y ella lo es.
—Y así es, continuo pensando lo mismo, ¿por?
—Entonces, ¿por qué me has pedido que la envía a observar a ese contable de poca monta engañándola diciéndole que se trata de un posible terrorista? Ella vale para mucho más que eso.
—Y así es viejo amigo, así es, pero ya va siendo hora que encuentre el amor verdadero y según el algoritmo del amor que diseñó mi gabinete de Hackers es el adecuado para ella. A ver si se enamoran de una vez y dejan de contemplarse a través de la ventana.
Por hoy es todo, espero os guste, nos vemos en "Mi Rincón de Escribir". Nos leemos. 

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