viernes, 21 de diciembre de 2018

Oh blanca Navidad

Buenas noches desde el rincón en el que escribo.

Pues ya está aquí, no por que lo haya dicho "El Corte Inglés" si no porque ya han cantado los niños el premio del Gordo de la lotería o estarán a punto de hacerlo cuando lo leas. Para mucha gente ese el principio "oficioso" de la navidad y yo quería traer hoy un texto que habla de Navidad, pero de una manera un poco distinta, no es un relato alegre ni la típica historia de amor. Dicho queda. Os dejo la imagen y luego el relato titulado "Oh blanca navidad"



Nieva, hace mucho frío y la gente se mueve arriba y abajo sin detenerse acarreando infinidad de paquetes, es lógico, estamos en Navidad. En estas fechas la gente es más buena, más feliz, me nos yo. ¿Por qué?, te preguntarás, simple, ¿Cómo se puede ser feliz cuando todo lo que querías, a todos los que amabas habían dejado de existir?
Nunca he sido un hombre feliz, pero en estos momentos lo soy aún menos. Os explicaré mi historia, pero no os aconsejo que lloréis conmigo, ya lo hago yo por todos.
Me casé a los veintisiete años con una mujer tres años menor que se llamaba Paola. Dos años después tuvimos a nuestro primer retoño, un niño al que llamamos Serafín, como yo. Un año más tarde nacía Raúl, nuestro segundo hijo al que siguió Paola y Caridad. Y fue entonces cuando empezaron nuestros problemas.
Caridad enfermó misteriosamente al cumplir un año y murió seis meses después sin que los médicos le encontraran la causa de su enfermedad. Mi mujer se sumió en una profunda depresión de la que no pudo salir.
Así que me quedé sólo con tres niños pequeños y una enorme casa que no me servía de nada, ya que la compré para convivir con mi mujer, sin ella, no quería la casa. Decidí venderla.
Vendí la casa y me fui a vivir con mis hijos a Las Palmas de Gran Canaria para tratar de olvidar mi pasado, pero fue un error tratar de huir del pasado ya que en esta ocasión fue Raúl el que enfermé repentinamente. La enfermedad le consumió más rápidamente que a su hermana y tan sólo tres meses después dejaba este mundo para unirse a su hermana y su madre.
No había hecho más que perder a Raúl cuando un accidente del autobús escolar me quitó a Serafín. No cabía duda que alguna clase de maldición se cernía sobre mí. Así me quedé sólo con Paola y el sufrimiento de perder a mis seres queridos.
Cuando parecía que cambiarían las cosas, ya que me habían ascendido y me habían destinado en Italia, para seguir con el trabajo de la empresa para la que trabajaba, pero en la península itálica, algo se truncó nuevamente en mi felicidad. Un terremoto había destruido mi casa sepultando con ella a mi hija y todo lo que me quedaba.
Ahora era yo el que estaba sumido en una depresión, que fue tan fuerte que tuve que dejar mi trabajo y volver a España según me recomendó un psiquiatra amigo mío.
Volví a España sólo, sin dinero y mermado tanto física como mentalmente. No tuve más remedio que ir a una casa de acogida y es ahí donde he estado viviendo hasta esta mañana, no quiero seguir viviendo de la caridad de unas monjitas, que por otro lado han sido maravillosas conmigo todo este tiempo.
¡Queridos Reyes Magos! Si realmente existís me gustaría que me regalaseis mi muerte, ya que prefiero morir y dejar de sufrir, que continuar viviendo con sufrimiento, no puedo ni quiero seguir viviendo, no aguantaría que la gente que se relacione conmigo perezca. Por eso dejé a las monjitas.

Por hoy es todo, nos vemos en "Mi Rincón de Escribir". Nos leemos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario