Buenas noches desde el rincón en el que escribo. Hoy continuamos con la historia de Mike y su carrera por atrapar a Black Jack, ¿lo conseguirá? Continuamos con BLack Jack.
Mike y
Sally saboreaban un sándwich en la parada callejera de la esquina entre la
Calle Principal y de la Calle Continental. Eran los mejores de la ciudad y a un
precio más que aceptable. Además Mike era cliente preferencial y siempre le
hacían oferta de dos por uno. Ambos acababan de recorrer las joyerías de la
ciudad, pero si bien no habían tenido suerte de encontrar al autor de los
gemelos sí que habían obtenido una pista bastante buena sobre el origen de los
mismos, era artesanía mexicana, ya tenían una pista de la que tirar.
Los
contactos que Mike tenía al otro lado de la frontera, que no eran pocos
precisamente, estaban metidos en averiguar en qué joyería se habían podido
hacer y a quien podían pertenecer las iniciales que aparecían en ellos. Aunque
sabían que estaban en la pista correcta era posible que esta llegara cuando era
demasiado tarde.
—¿Qué te
parece el sándwich, Sally? —preguntó Mike a su superior y amiga.
—Es
increíble, tenías razón, es el mejor que he comido en mi vida —le respondió
ella.
—Como
siempre, siempre tengo razón —y acabó la frase encendiéndose un cigarrillo con
la cerilla.
—Mike,
¿cuándo dejarás de fumar? Esa mierda te va a matar cualquier día.
—Por mi
trabajo pueden matarme cualquier día, así que el tabaco solo es un ingrediente
más de los muchos que quieren acabar conmigo.
En ese
momento sonó el teléfono móvil de la intendente Brown y esta contestó poniendo
el altavoz para que Mike pudiera escuchar la conversación pues la llamaban de
comisaría.
—Brown al
habla, dime Steph.
—Jefa,
hemos buscado en la base de datos a los posibles delincuentes que hubiera en
ella, que fueran de origen latino y que coincidan con las iniciales que nos
pediste y no hemos encontrado a nadie que coincida.
—Pero eso
no puede ser —dijo Mike llevándose las manos a la cabeza y arrojando el
cigarrillo a medio fumar al suelo— debe de estar ahí, hay algún dato que se nos
escapa.
—Hemos
mirado el listado incluso de aquellos que están dentro de prisión y nada. No se
nos ha escapado nada. El inspector Smith ha comprobado el listado en varias
ocasiones y no hemos dejado nada fuera.
—Ampliar
el rango de búsqueda —ordenó Sally— no sé como pero ampliar los parámetros de
esa búsqueda. Si es preciso que se ponga todo el departamento de homicidios,
tanto el de mañana como el de noche, a buscar a esas personas.
—Ok jefa,
como ordenes.
—Stephanie
—dijo ahora Mike—, debe de tratarse de un matrimonio o de unos hermanos pues
las iniciales del apellido el modelo coinciden, limitar la búsqueda a eso.
Probablemente se trate de mexicanos, tal vez eso acote la búsqueda. Y dejadme
los resultados obtenidos sobre mi escritorio por favor, aunque no encontréis
nada dejármelos igualmente.
—Está bien
Mike así lo haremos.
Sally
colgó y mientras lo hacía le preguntó a Mike:
—Si no
encuentran nada, ¿para qué quieres que te dejen la información?, ¿Qué esperas
encontrar?
—Aún no lo
sé Sally, pero en esa lista deben de estar las próximas víctimas de Black Jack.
De una manera o de otra debemos encontrarlos antes de que los maten, tal vez
sea la única opción de acabar con el asesino sea quien sea.
Caminaron
un par de calles hasta llegar al coche de Sally, en el que habían venido los
dos para recordar los viejos tiempos en que ambos patrullaban juntos. Él la
observaba mientras conducía. Le parecía la mujer más sexy de la ciudad, de
hecho, si no hubiera sido por aquel extraño pacto que habían hecho hacía tantos
años se le habría declarado hace tiempo. Y desprendía un olor delicioso, aquel
perfume que ella usaba le encantaba pese a que la molestaba con que olía a puta
no era verdad. Bajó su mirada de su cara al busto de ella y recordó el
sujetador que reposaba en el cabecero de su cama y sonrió.
—¿Qué pasa
Mike? ¿A qué viene esa sonrisa bobalicona que ha aparecido en tu cara? —le
preguntó Sally mirándolo a través del espejo interno del coche.
—No pasa
nada Sally, es tan solo que acabo de darme cuenta que no llevas sostén y me ha
parecido divertida la situación, ¿Cómo esperas que te respeten los subordinados
cuando le des órdenes apestando a puta barata y con los pezones duros
apuntándolos?
—Eres un
cerdo Mike, pero gracias por recordarme lo del sostén, pasaremos por tu casa
para recogerlo.
—Si vamos
los dos allí tal vez podamos retomar la situación desde donde la dejamos, que
creo que la dejamos a medias.
—¡¿Estás
loco?! No podemos ponernos a follar, tenemos cosas que hacer.
Mike rió a
carcajadas.
—En serio
Sally, ¿Cómo puedes ser tan ingenua para algunas cosas? Te estaba tomando el
pelo.
Sally
también rió y tras pasar por casa de Mike y acabar de vestirse con la prenda que
le faltaba, pusieron rumbo a la comisaria. Los compañeros de homicidios negaron
con la cabeza cuando les vieron, no habían encontrado nada pese a comprobar las
listas varias veces. Mike encontró sobre su escritorio un pliego considerable
de papeles impresos por las dos caras con un listado bastante exhaustivo de los
delincuentes de la ciudad o cercanías.
La
desesperación se podía ver en el rostro de todo el departamento, tan solo Mike
parecía no estar afectado por la desazón. Incluso silbaba una conocida melodía
televisiva mientras tamborileaba con sus dedos sobre la madera de su mesa al
tiempo que revisaba algunos de los papeles de su escritorio y tomaba notas en
su pequeña libreta de algunas cosas. Aunque cualquiera podía haberlo hecho fue
salí la que verbalizo la pregunta:
—¿Por qué
estás tan contento Mike? No tenemos una mierda donde seguir buscando y tú en
cambio te pones a silbar el tema de “Juego de tronos”.
—Cuando
hables en plural, no me incluyas a mi Sally —le respondió él sin mirarla pues
seguía haciendo anotaciones en su libretita— tal vez vosotros no tengáis idea
de dónde buscar, pero yo aún tengo algunas pistas de las que tirar del hilo.
¿Por qué soy más listo que vosotros?, puede, pero en realidad porque me fijo
más que vosotros.
—¿Qué
quieres decir? —preguntó el inspector Smith— ¿Es que sabes algo que los demás
desconocemos?
—Sé muchas
cosas más que tú, novato —le respondió Mike, era evidente que aquel tipo no le
gustaba, como la mayoría de los que llegaban de Nueva York o Chicago pensando
que sabían más que nadie, y no trataba de ocultarlo— pero en este caso no soy
ni vidente ni tengo información privilegiada…
—Ocultar
información a los compañeros puede considerarse delito —le cortó el inspector
Smith al que Mike tampoco le caía en gracia.
—Yo no
ocultó nada, tan solo busco donde los demás no sois capaces, y ahora si me
perdonáis, tengo que hablar con un policía de verdad para que me confirme unas
sospechas que tengo —y se puso de pie cogiendo el taco de papel con el listado
de los delincuentes.
—Ni se te
ocurra dejarme con la palabra en la boca —le recriminó el inspector Smith
agarrándolo de un brazo— ¿qué pistas son esas que dices tener? ¡Desembucha!
Mike se
paró delante de él, mirándolo a los ojos, Sally, que lo conocía, temió que le
fuera a soltar un puñetazo por lo que tendría que expedientar a ambos y
apartarlos del caso y no iba sobrada de personal precisamente. En lugar de eso,
Mike soltó el aire por la nariz muy lentamente y dijo:
—Voy a
comprobar los nombres de las víctimas que no llegaron a serlo del primer Black
Jack y comprobar si tienen relación con las que sí han sido víctimas del
segundo por si tuvieran relación y nos pudiera dar la identidad de las futuras
personas a las que quiere matar además de hablar con el equipo de limpieza de
las calles, al parecer el asesino pasa justo después de ellos, tal vez hayan
visto algo. Y ahora, si me sueltas, iré a hacer de policía, porque yo, al
menos, si lo soy.
Por hoy es todo, "Black Jack" continúa en "Mi Rincón de Escribir". Nos leemos.
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