sábado, 13 de enero de 2018

Relatos no finalistas.

Buenas noches desde el Rincón en el que escribo.

Revisando las entradas antiguas me he dado cuenta que cuando os hablé del primer concurso en el que resulté finalista, que era un concurso de relatos de terror con temática vampírica, os compartí el relato finalista, que llevaba por título "Carromato", si no lo habéis leído os pongo aquí el enlace para que lo hagáis: http://mi-rincon-de-escribir.blogspot.com.es/2017/03/nuevo-relato.html. Bien, pues como os decía, para aquel concurso escribí varios relatos más y aún no os los había compartido, así que aquí van, son muchos, pero cortitos así que podéis disfrutarlos todos.

CAZADORA
Noto sus torpes manos recorriendo mis senos, acariciando mis erectos pezones, sus labios buscan los míos. Le dejo que piense que tiene el control. Mis manos juegan con su sexo, sé que los hombres no piensan cuando la tienen dura y están con una mujer atractiva. Sólo piensan en follar. Me siento a horcajadas sobre él, cree que voy a cabalgar, le dejo que bese mi pezón. Entonces le clavo mis colmillos en su cuello. Su sangre empieza a manar y no tardo en chuparla con mi lengua mientras brota. La de los hombres empalmados tiene un sabor especial, excitante.
Le dejo muerto y seco sobre la cama, me visto con un ajustado corto y escotado vestido y unos tacones de infarto y salgo a la noche. Esta es joven y acaba de empezar. Hoy tengo ganas de salir de caza.

VAN HELSING
El primer golpe de martillo clava la estaca entre las costillas atravesando su carne. Me salpica sangre en la cara y en el brazo. Con el segundo le atravieso el corazón. La salpicadura de sangre es mayor, me entra en el ojo y tengo que cerrarlo pues me escuece mucho. Con el tercero noto como la punta de la estaca se parte contra la dura piedra que hay bajo su cuerpo. Dos segundos después deja de existir convirtiéndose en cenizas, un buen montón de cenizas.
Mi nombre lo conocéis todos. Me llamo Van Helsing y cazo vampiros. Cuantos menos haya más seguro estará mi secreto. Y este no es otro que yo soy el más antiguo de ellos.

MIEDO A LOS VAMPIROS
Dientes de ajo, sal, balas de plata, agua bendita, martillo y estaca de madera. Tengo todo mi arsenal contra los vampiros, les tengo terror. Un terror ancestral desde que uno me mordiera hace años. Lástima que yo sea uno de ellos.

DICOTOMÍA
¿Murciélago?, ¿Lobo?, ¿Niebla?, ¿Rata? ¿Con qué forma salgo hoy a la calle? ¿Cuál es la más terrorífica y peligrosa de todas ellas?
Sin lugar a dudas voy a salir con la forma humana, es la más terrorífica de todas.

DIEZ SEGUNDOS TARDE
Estoy ante el espejo, pero evidentemente no me reflejo en él. Mi boca, mi cuello y mi pechera están manchados con la sangre de un bebé del que me acabo de beber su sangre. Lanzo la cabeza a mi derecha hacia atrás. El cuerpo a la izquierda. La primera va a caer a los pies de su madre, el segundo a los de su padre. Me han disparado con una ballesta y el virote de esta me ha atravesado el corazón, lástima que no la disparasen diez segundos antes. De esta forma sólo habría muerto yo y no ese inocente.

LONDRES 1910
En el callejón de detrás del teatro veo a una pareja besándose, la verdad es que debería detenerlos por escándalo público. El hombre la besa en el cuello y ella tiene sus ojos cerrados y suspira, un generoso busto asoma por el escote de la blusa a medio desabrochar. La verdad que es muy atractiva. De repente abre sus ojos y grita. El hombre se gira a mí. Para cuando me doy cuenta de sus afilados colmillos, sus ojos rojos y su boca ensangrentada ya es tarde. Se abalanza sobre mí. Trato de tocar el silbato para alertar a mis compañeros, quiero coger mi porra para defenderme y echar a correr, todo ello a la vez y no soy capaz de hacer nada, simplemente me quedo quieto mientras me muerde en el cuello, noto como la vida se me escapa mientras yo caigo la mujer se levanta pálida, con los ojos rojos y largos colmillos.

VUELTA AL HOGAR
Las campanas tañeron seis veces, las llamas de las tres velas del candelabro dorado titilaron cuando unas alas batieron ante ellas, una nube de humo de un color que no era ni verde ni gris lo envolvió todo y él abandonó su aspecto de murciélago y asumió su apariencia humana. Se acercó a su ataúd y pasó su mano por el montón de tierra que descansaba en el fondo de este. Suspiró aliviado, estaba en casa y a salvo y el sol estaba a punto de aparecer por el horizonte. Cada vez ajustaba más su vuelta a casa, cualquier día el amanecer le pillaría en pleno vuelo y sería su fin. Se tumbó en su ataúd y cerró la tapa para que los primeros rayos del sol no le pillaran fuera. Cerró sus ojos y la vio de nuevo, la chica a la que acababa de chuparle la sangre, aun sabía a ella. Mañana la volvería a ver.

ASCENSOR
Antonio esperaba el ascensor, en su mano derecha una bolsa de papel que contenía varias piezas de pollo frito en una caja y dos vasos grandes de Coca-Cola. Sabía que a su mujer le encantaba aquella comida y quería darle una sorpresa. La puerta del ascensor se abrió un hombre completamente vestido de negro salió de él, «habrá venido a ver un vecino» pensó pues no lo conocía y un escalofrío recorrió su cuerpo cuando pasó junto a él, era como si hubiera levantado una corriente de aire.
Antonio subió a su casa y encontró la puerta a medio abrir pero no le hizo caso. Dejó la bolsa sobre la mesa y llamó a su mujer, «Cielo ven a cenar, compré Kentucky» pero nadie contestó. Se dirigió al dormitorio y encontró la ventana abierta y a su mujer muerta sobre la cama con dos orificios en el cuello. Nunca supo que se cruzó en el ascensor con su asesino.

BON APETIT
Tocó la pequeña campanilla dorada que tenía sobre la mesita de noche. Estaba vestido con su pijama de seda y su batín de terciopelo, un pañuelo en el cuello y sus cómodas zapatillas de felpa. Poco después entró su mayordomo, con su semblante casi tan pálido como él mismo, algo mayor y con su cuerpo encorvado y  jorobado.
—¿Mandó llamar el señor? —dijo con su voz ronca.
—¿Está listo mi desayuno? —pues pese a que eran las nueve de la noche se acababa de levantar.
—Sí señor, sobre la mesa de comedor, como a usted le gusta, poco hecho.
Asintió complacido y bajó al comedor. Echada sobre la mesa de comedor una mujer, apenas una niña,  completamente desnuda y asustada. «Bien», pensó y empezó a devorarla clavándole sus colmillos en la yugular. Iba a ser un manjar delicioso.

EUCARISTÍA
Hincó más sus colmillos en el frágil cuello de la muchacha, apenas una cría, mientras recordó lo que le habían enseñado toda  su vida: «Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí» Por tanto, ¿Cómo podían llamarlo bestia, monstruo o asesino si lo único que hacía era cumplir los mandatos de Dios? Beber la sangre en memoria de él.
Sacó los colmillos de la carótida y el cuerpo de la muchacha cayó al suelo. Se colocó bien el alzacuellos, se alisó la sotana y se preparó para repartir la eucaristía.

Por el momento es todo, nos vemos en "Mi Rincón de Escribir". Nos leemos.

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